viernes, 20 de noviembre de 2009
DILUSIÓN
Cuando llega el fin de la cáscara
y la íntima forma se hace visible
expuesta en su totalidad el músculo del vínculo
el corazón detiene su palabra.
Fuego/ extinto
necesita leños crepitantes
hojas secas
menos años
más manos dispuestas a la caricia sabia
más voluntad y mucho empeño.
Cuando cesa el sonar de las campanas
y se calla la boca que antes besaba y reía
la falta de esperanza estremece la carne
se confunde el dolor con la ira
todo es ceniza gris de un volcán que cubre lo vivo y lo detiene.
Ojos
cuerpos
piernas doloridas
se entregan al cansancio.
El mundo extraña algunos gemidos ya gastados.
No hay consuelo para la resignación.
Los árboles del fin han colgado dos nombres en sus ramas estériles.
Allí estamos
como si nunca nos hubiéramos amado,
insertos en un enjambre de recuerdos
tan lejanos
como mi último estremecimiento voluptuoso.
Es el atardecer, es el ocaso,
un destello me ciega:
es el dolor de no sentir
Aunque más fuerte
es el dolor de no ser percibida por tu esencia.
Con mi último ritmo
bailo al compás del llanto cada día.
Será que el amor se quiebra y se dispersa
pero no se muere así nomás,
se queda un poco.
Si fuera en verdad fuego, como dicen,
volvería a encenderse.
Susana Lizzi
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